Desde que la hija de mi vecino sabe que su padre será padre nuevamente, se la ve ejerciendo un sometimiento extra sobre su, hasta ahora, exclusivo progenitor.
Temprano a la mañana, cuando es llevada a su jardín, ya no camina más, va montada a babucha -se que hay quienes dicen “cococho”, pero me suena imposible de concebir-, haciendo del poco pelo del papá, a la vez, riendas y pañuelo, y obligándolo a cantar: “en un vagón, cargado de sandías…”
Las chicas son así, que se le va a hacer.
ResponderEliminar¿Y "a caballito" no le gusta?
Hermoso texto. Un abrazo.
Che! No digas que también me ves a la mañana llevando a la nena al cole!!! Nosotros hacemos cococho; y no, no cantamos esa, cantamos otras pedorradas muy piores.
ResponderEliminar¡Pobrecita! ¿Y si la nena se avivó que viaja re mal en el tren? jejej Como siempre muy lindo texto. Saludos
ResponderEliminarO pin, a caballito es un modo aceptable de llamarlo, ese sí. Cococho no!
ResponderEliminarAgustín, "toda semejanza con la realidad es pura coincidencia".
Vir, gracias! como siempre, muy lindo verte por acá