viernes, 4 de septiembre de 2009

Otro Happening



(El recuerdo estaba latente, leer nubedeagua.blogspot.com lo trajo a la conciencia)

Ocurrió un día como hoy (escribo esto un viernes, por eso digo “un día como hoy”). Pero bien visto, ese día era muy distinto al de hoy. Ese día fue un día climatológicamente estándar, con una luminosidad buena, sin lluvia, (ah, y con fútbol a las 21:15). Hoy, en cambio, la lluvia más violenta y el sol alternan el dominio del cielo, y hay fútbol a toda hora y en todas las pantallas, pero no juega river —así, con minúsculas, está bien; ese equipo es cada vez más minúsculo—.

Ese día sí jugaba river, y yo lo sabía. Para colmo, debía tomar el Mitre ramal Tigre (no iba a casa). En ese ramal, cuando hay partido en el monumental —minúscula, está bien— suben unos cuantos hinchas que, por supuesto, hacen la previa en el vagón.

El hecho de que faltaran unas dos horitas para el partido hizo que la proporción de hinchas caracterizados sobre el total de la población transportada sea baja. Pero unos pocos pueden mucho.

Volvamos a la previa de los hinchas. En esa previa a 50 km/h se tomó de todo. Y, como si hubiera hecho falta, los muchachos lo iban cantando “… todos de la cabeza y tomando vino…”, el tetra y el porro no sorprendían, creo, a nadie.

Sí me sorprendió cuando uno de ellos reclamó al gordo “un papel”. El gordo obediente metió su mano en un bolsillo y tomó un puñado de papeles, unos cuatro digamos. El otro fijó su mirada y dijo, -“falta uno”.

Recién habíamos pasado Lisandro de la Torre -faltaban dos hasta Nuñez (buah, mayúscula), donde bajarían y una más hasta mi destino, Rivadavia- y la pelea subió de tono. El gordo era sistemáticamente amenazado.

-“que aparezca el papel, Gordo, o sos boleta".

La voluntad de participar a terceros ya se había manifestado antes. Hasta ahí, un piropo a alguna chica que no lo merecía. Un -“eh, ¿qué pasa que no cantan?, ¿son todos de Boca acá?” (parecía haber algo de necesidad en tratar con quienes tienen un mundo distinto, de boletos pagos), y de nuevo a golpear el techo y a cantar “vamo vamo lo millo…”.

Pero la interacción con el resto tuvo un punto cúlmine cuando el líder le habló a una señora (algo “pro”, podría decirse, robándole adjetivos a flor o a Macri —en cuyo caso tendría 100 años de perdón—) que se disponía a bajar en Belgrano C y se acercó a la puerta en la que el grupo estaba.

- “eh señora, el gordo se ortivó un papel, dígale que lo devuelva

- “…” (sonrisa tímida, mirada a otros pasajeros con cara de ¿alguien hará algo por mi si…?).

- “eh, dígale” (lo que se repitió con cierta insistencia)

La señora pro no dijo nada, llegamos a Belgrano C. y bajó rapidito, no tuvo problemas para pasar. La pelea siguió en iguales términos hasta la siguiente estación; el gordo juraba que sacó todo lo que tenía, los otros juraban que la iba a pagar si no aparecía.

Estación Nuñez, se baja el grupito, se van cantando. Ni bien se cierran las puertas un par de pibes que venían juntos se agachan, recogen un objeto pequeño, de envoltorio plateado. Uno lo mira, lo abre levemente, lo toca con la punta de la lengua y dice –“uh, de esta hace bastante que no se conseguía”.

Pobre gordo, lo que habrá cobrado.

3 comentarios:

  1. muy muy divertido. aunque supongo que, bajo el tono del relato, hubo en ese momento un aire violento nada despreciable.

    pd. las minúsculas están perfectamente usadas.
    pd2. me voy a ver el post que sacó esto del estado latente

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  2. sí Mato, violencia nada despreciable y un dejo de tristeza profunda, por un mundo que no tiene mucho para ofrecer y personas que no quieren buscar.

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  3. me imagino una mezcla que tiene algo de gracioso, algo de triste, algo de patetismo, algo de inevitabilidad. y un miedo a caer atrapado por esa historia

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